Es muy habitual, si llevamos un ritmo de vida acelerado y con una carga grande de cosas y tareas por hacer, nos sintamos desgastados y con falta de energía. Los ritmos acelerados y muchas veces automatizados, las preocupaciones, los malos hábitos, etc, hacen que la energía se desvíe y se focalice principalmente en la mente, omitiendo o aplazando las necesidades de nuestro cuerpo que tantos regalos nos hace cada día.
Nuestro cuerpo comienza a comunicarse y expresarse mediante una multitud de sensaciones y síntomas, dolencias, alteraciones en el sistema nervioso, deficiencias en el sistema inmunológico…